lunes, 10 de noviembre de 2008

Bombones con `poder´


Hace algunos años, cuando jugaba con mis amig@s y había bombones de por medio, yo siempre guardaba el mío para el final. Así cuando todos habían disfrutado de su chocolate, me deleitaba con mi confite. El motivo no era otro que el `poder del bombón´. Nadie más lo tenía, pero yo me lo estaba comiendo...

Algo muy parecido ocurre en la vida cotidiana. Hay gente que ahorra porque no sabe lo que puede pasar mañana. Pero se centra tanto en ahorrar que no disfruta del presente. Otras personas forran el sofá con férreos e incómodos plásticos para que no se manche o sufra el deterioro propio de un diván y sacan su mejor vajilla tan sólo cuando hay invitados.

Y algo peor ocurre cuando lo que se tutela para el final son las personas o los sentimientos ¿O es que alguien puede asegurarnos que mañana estarán ahí nuestros seres queridos? Ésta es la cuestión fundamental, y es que todo en esta vida tiene fecha de caducidad.

Yo sufría mientras los demás niños se comían el bombón y me sentía satisfecha cuando llegaba mi turno. Eso sí, el chocolate se había derretido. Y el bombón había descuidado sus exquisitas propiedades... ¿Merecía la pena el `poder del bombón´? La respuesta está más que clara y mi consejo es el siguiente: Si ansías conservar lo mejor para el final, puede que ésto desaparezca...

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