Hoy escribo sobre un palcer. El de reencontrarte con viejos amigos, conocidos, compañeros, etc...Un placer que a lo largo de este verano he tenido la suerte de disfrutar y que aún sigo haciéndolo. Sin ir más lejos, el sábado tengo cena. Una disculpa para reunirnos un grupo de compañeros con los que iba al colegio hasta hace 7 años. Será una velada agradable en la que la conversación general se basará en el recuerdo de aquellas batallitas en clase con las que tanto nos hemos reído o que tanto nos hicieron sufrir. Pero además, de esta, y desde que estoy en Burgos he tenido más reencuentros. Uno de ellos es con las antiguas compañeras de Universidad, por cierto, el 16 de octubre nos volvemos a juntar (para convertirnos una vez más en las míticas) y no defraudará la esperada quedada...Luego están los reencuentros que surgen por casualidad; un día te encuentras por la calle con una vieja amiga con la que perdiste el trato sin saber muy bien por qué, pero sin encontrar la causa, vuelves a tenerlo y a compartir agradables cafés e interminables cañas. Al fin y al cabo, estamos hechos de un material cuyo ingrediente son nuestros recuerdos y nuestras vivencias. Eligiendo recordar sólo que nos hace crecer, podemos crear nuestro propio archivo lleno de cosas buenas y no tan buenas. Lleno de ideas que nos recuerdan quién somos y nos ayudan a encontrarnos y a disfrutar de los pequeños placeres de la vida...
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